Traición

Hasta en esto os adivino
Sé para qué robáis en mi bosque
las perfumadas y blancas maderas,
conozco el armazón de ese velero
que en mi playa levantáis calladamente,
ya están vuestras velas impacientes
por henchirse de espumas y de vientos
y pronto vendrá el día en que os iréis
dejándome sólo, huyendo de los cadáveres
con que poblasteis mis bolsillos.


¿Qué buscabais al escrutar mi noche
con vuestras ciegas e inútiles linternas?
¿Acaso os asustaron mis espejos
mi martillo, mis pozos, mis ausencias?


Hace tiempo que os veo arañar
disimuladamente en mi silencio.
He notado el miedo en vuestros ojos,
la nostalgia de los abandonados equipajes,
las sonrisas que se tensan levantando
piedra a piedra el frío pedestal
donde habéis exiliado mi abrazo y mi palabra.


Habréis de ser vosotros los verdugos
de mi sentencia de hastío indiferente.
Os abandonaré sin dar la espalda.
Sereno e indulgente os veré partir
y me quedaré cerca
y no sentiré nada
cuando os vea abrir de nuevo las maletas,
cuando os vea desempolvar las togas,
los cetros, los plateados laureles,
y corráis como locos
reclutando almidonados fieles
y renovéis el culto
a los antiguos dioses complacientes.