Fotografía

La luz de la escena se asoma al objetivo de la cámara fotográfica, atraviesa la perfecta geometría de las lentes y se deja conducir, reducida ya y mansa, hasta la antesala de la última cámara secreta. La cortinilla del obturador se abre un instante brevísimo, el tiempo justo para que un poco de esa luz, como un difuso esperma vaporoso, penetre en la película durmiente, desflore sin ruido su blanda química sensible y desate la mágica metamorfosis que plasmará la imagen capturada en el pequeño fotograma plástico. .