“Pero lo abierto sigue ahí, pulso de astros y anguilas, anillo de Moebius de una figura del mundo donde la conciliación es posible, donde anverso y reverso cesarán de desgarrarse, donde el hombre podrá ocupar su puesto en esa jubilosa danza que alguna vez llamaremos realidad”. Julio Cortázar (Prosa del Observatorio)
Pesadilla
Es la pesadilla recurrente de Lucas: esa sensación de arrastre irremisible, como si hubieras caído al cauce de un tempestuoso torrente y no pudieras hacer otra cosa que mantenerte a flote esquivando los escollos en cada curva, impotente y agotado ante la descomunal fuerza del agua que te lleva sin remedio hacia donde no quieres ir. Es como si chocaras con una masa enorme de gente que viene en sentido contrario al tuyo y te lleva en volandas. Tú sabes que hacia allá está el único sentido posible de la vida, escuchas el rumor de las aguas, presientes el verdor de los árboles, el aire fresco y húmedo de la selva plagada de vida. Y sabes también que hacia atrás, hacia donde la multitud te arrastra, solo hay un árido desierto calcinado y lleno de acechanzas.
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