Final (II)

Me miras
como si yo fuera un espejo
y no supieras reconocerte

Me miras
Y hay una nada terrible detrás de tu mirada,
la soledad más sola,
el eco de una voz perdida en medio del viento.

Solo eres una almohada blanca,
un cuerpo desmayado,
un rostro lívido de cera derretida y fría
que respira sin aliento.

Me duele la desnudez mancillada
de tu piel anciana y dolorida.
Me duele ser el único testigo de tu agonía,
el triste depositario de todos los recuerdos
que cayeron como pétalos marchitos

de tu memoria.